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lunes, 6 de febrero de 2012

CRISTIANO INJUSTO

Una mañana mientras conducía, pasé una de las experiencias más desagradables de mi vida. Tuve un ligero inconveniente con otros conductores, pero eso no fue lo más desagradable, sino la actitud de la persona que me acompañaba, de quien por ser supuéstamente cristiana, nunca pensé que le faltara tanto el sentido de la justicia y el sentido común. Esta fue la situación: Me acercaba a una fila de vehículos que parecían estar detenidos por algún desperfecto mecánico del primer auto de la fila. La calle era de doble vía y cuatro carriles. El tapón se había formado porque el auto que a mi entender estaba defectuoso, estaba detenido en paralelo con otro auto que se encontraba estacionado perfectamente a su derecha. Así que los dos carriles de la vía derecha estaban bloqueados. 
Por la izquierda venía un automóvil más o menos a 400 metros, casi medio kilómetro, de manera que la maniobra que me dispuse ejecutar no era temeraria. En vez de encerrarme a mí mismo detrás de la fila de 4 carros, me dispuse adelantarme, pasar a delante de esta fila. Cuando me disponía entrar nuevamente a la vía de la derecha, el auto mejor dicho, la camioneta que yo pensaba estaba dañada comenzó a marchar junto a mí. Esta no estaba dañada, sino que estaba provocando intencionalmente el tapón. La camioneta marchaba junto a mí, y cuando yo reducía la velocidad para dejarla avanzar ella también reducía la velocidad de manera que iba justamente en paralelo conmigo. En eso corrimos unos 50 metros.
Yo al ver que se acercaba de frente el vehículo que venía en al vía izquierda, decidí detener la marcha por completo y lo mismo hizo la camioneta obstaculizando por mi acceso a la vía de la derecha.
El tapón se había descongestionado porque el conductor de mi derecha ya no le interesaba detener la marcha de la fila que había provocado, su interés ahora era yo. Y ahí estaba yo, en la vía izquierda de la calle, detenido y con un vehículo a mi derecha también detenido intencionalmente. Para colmos el auto que viene en la vía izquierda mantiene su curso en el mismo carril que yo estaba, aunque tenía la posibilidad de tomar el carril número dos y seguir sin ningún problema, pero en cambio, sigue la marcha hasta quedar de frente a mí. Ahora hay 3 vehículos estancados, o mejor dicho, yo estoy estancado por dos vehículos. Yo me quedo sentado en mi vehículo y ellos también, al ver que yo no reacciono, pues a todas luces me estaban provocando, el conductor que estaba en frente de mí, toma el 2do carril de la izquierda y decide marcharse, pero antes de irse me dijo unas cuantas palabras indecentes y provocativas a la violencia. Yo no hablo. También el que me quedaba a la derecha comienza a marcharse sin decir nada y quedo libre, yo también quedo libre y sigo mi camino.
Yo me sentía mal por lo que había pasado. La provocación de esos conductores me hizo sentir un amargo en el estomago, pero lo que hizo que el amargo llegara hasta mi paladar fue lo que dijo la persona que iba a mi lado. Me dijo: Está buenísimo que le pase porque usted no debió entrar a la vía izquierda.
Yo le dije que esos hombres eran injustos pero mi supuesto compañero me dijo que yo también era injusto porque quebranté la ley. Yo le decía que yo fui un ilegal  por quebrantar la ley, pero que no fui un injusto  con mi acción. Si el caso hubiese sido el que imaginé, pues imaginé que había un auto descompuesto provocando sin intención un tapón, no habría habido ningún inconveniente.
Los de la fila para poder adelantarse habrían tenido que dar reversa luego adelantarse, pero para mí, a la distancia que estaba de la fila me fue muy cómodo entrar a la vía izquierda y comenzar a adelantarme. Si este vehículo hubiese estado dañado como imaginé, en cuestión de 3 o 4 segundos yo habría podido hacer la maniobra sin poner la vida de nadie en peligro, pero no fue como yo pensé.
Por alguna razón el primer provocador, el de la vía de la derecha estaba enojado con aquellos a quienes estaba obstaculizando. Sin temor a equivocarme infiero que este hijo del diablo estaba armado buscando un pretexto para dejarse usar por el diablo. Incontables son los casos de los que han perdido la vida en las vías en mi país por tipos como estos que no se como le otorgan permisos para portar armas de fuego, pues se transforman en supermen.
Pero como yo he dicho, del impío yo no espero más que impiedad, sin embargo un supuesto cristiano logro hacer lo que no hicieron dos hijos del diablo, me amargó la mañana.
Por lo tanto concluyo diciendo que es muy profundo para algunos entender que ser ilegal y ser injusto son dos cosas absolutamente diferentes. Acaso no fue este el grandísimo error de los hipócritas escribas y fariseos que no entendieron que la justicia tiene preeminencia sobre la ley.

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