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domingo, 5 de febrero de 2012

EL ESPÍRITU INMUNDO

El hombre peca no solamente por influencia demoníaca sino que también peca por hambre natural, al ser atraído por su propia naturaleza pecaminosa. En una etapa inicial el hombre peca por imitación o conducta aprendida. Cuando el hombre peca abre una puerta a un espíritu inmundo que habitará en su cuerpo. Existen niveles de poder en los espíritus inmundos, de esto depende el que un hombre pueda resistirse o no ante sus influencia para hacerlo pecar. Cuando el espíritu  inmundo sale del hombre por la liberación que da Jesús, se va por lugares secos buscando reposo y no lo encuentra. Note que Jesús dice que este espíritu no encuentra otros lugares, por lo que estará todo el tiempo deambulando por lugares secos y volviendo frecuentemente al cuerpo del cual Jesús lo echó. Si este espíritu encuentra el cuerpo sin Cristo, busca siete demonios peores, con más poder que él y la nueva atadura es peor que la primera, pero si lo encuentra con el Espíritu Santo, no le queda más que seguir deambulando por lugares secos.

Cuando una persona sin el Espíritu Santo, y obviamente poseída por un espíritu inmundo logra conservar cierto control de sí misma, es porque el rango del espíritu inmundo es inferior y no puede entonces tener control absoluto o por completo sobre la persona. En esta categoría está todo ser humano sin Jesús. Cuando una persona pierde el control de su cuerpo y su mente es porque la posesión la ejerce un genero de mayor rango. Este tipo de personas, poseídas por este género de demonios es la que comúnmente se admite o se considera poseída por la mayoría de la gente, pero en realidad todo el que no tiene a Cristo está poseído o endemoniado. 

Los pecados por los que una persona puede llegar al nivel de posesión absoluta o perdida del control de su mente y cuerpo, y ser atormentadas o atormentados por los demonios son: la brujería, la idolatría, el satanismo, y toda ciencia de lo oculto.

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