SD.REP. DOM. 25 DE ABRIL 2018
Al cristo capitalista, a ese yo no lo conozco. Yo conozco a un Cristo que aunque habló en parábolas luego las explicó. Su doctrina no es ambigua, no es confusa. Su doctrina es clara y dulce como el agua de una fuente de agua fresca.
Yo no conozco al cristo capitalista porque ese no fue el cristo que María llevó en sus entrañas. Al Cristo que yo conozco, conoce al Padre y su voluntad.
La real y verdadera doctrina de Jesucristo no solamente es muy difícil de aceptar hoy en día, sino que en la medida en que pasan los segundos esta dificultad se hace cada vez más insuperable. Bueno, en realidad su doctrina jamás se ha movido de su lugar. El hombre camina hacia atrás alejándose de la doctrina de Cristo y luego dice que la doctrina de Cristo es la que se aleja del hombre haciéndose difícil.
El joven rico no se engañó a sí mismo. El vio su imposibilidad de entrar al reino de Dios, y siguió su camino. Tal vez siguió siendo un tipo justo, misericordioso a quien le agradaba la verdad y la justicia.
No, no crean que soy torpe. La experiencia me dice que cuando le digo la verdad a Faraón, entonces debo hacer la misma cantidad de ladrillos y ya no me proporcionan ni la paja ni el lodo para fabricarlos, debo buscarlos. Aun así, es mil millones de veces mejor decir lo que Dios manda.
Es una cuestión de elección. Si acumulo en la tierra, en la tierra soy respetable; pero el bajo (el mal olor) de lo acumulado es insoportable al olfato de Jehová. Si acumulo en el cielo, el analfabeto me patea, me escarnece, hace mofa de mí.
Sin mezcla, sin levadura, doctrina pura de Cristo.
