Santo Domingo, República Dominicana. 28 Septiembre de 2016
Si me vuevo a la derecha, solamente en este planeta, hay miles y miles de cosas y personas moviéndose en la misma dirección. Lo mismo sucede cuando me muevo hacia el frente. En fin, el movimiento se definirá por el punto de referencia hacia donde nos dirigimos. Siendo Jesús el pundo de referencia, me sorprende el fenómeno que preciben mis sentidos.
Yo, inerte, estático desde mi punto de vista, veo como me pasan por el lado en direcciónn opuesta a la mía.
Sí, yo soy quien teje y desteje la prenda de vestir y sigue esperando a Cristo.
Claro que puedo ver a todos ir en todas la direcciones.
El sentimiento es recíproco: tú te admiras porque una vez íbmos en la misma dirección, pero tú has evolucionado, has crecido, has madurado, has prosperado, y notas que yo no lo he hecho aunque puedo hacerlo. Te digo que el sentimiento es recíproco; yo estoy en choc porque aunque no soy científico, la realidad, de la que no podemos negar su existencia, influye preponderantemente en todas mis decisiones. Y una de las leyes científicas dice que todo cuerpo permanecerá en su estado de reposo, hasta que una fuerza mayor la saque de este relativo reposo.
Cristo es la fuerza que me lleva a Cristo.
Yo estoy inerte; pero en realidad Cristo me lleva hacia Él mismo. Yo no conozco una razón mayor a la razón llamada Cristo.
Pero la vida entera es una decisión.
Íbamos hombro con hombro, nuestros rostros apuntando hacia ana misma dirección, pero diste un giro de 180 grados, y ese solo acto, el diablo lo premia, y comienza a mostrarte y a ofrecerte toda la vanidad y humo que está en la distancia, en dirección opuesta a Cristo.
Según tú, yo soy quien no aterriza a la realidad. Según yo, perdiste la inteligencia y tu poca sabiduría.
Cuando durmamos, si jamás volvemos a despertar por los siglos de los siglos, entonces yo perdí y tu ganaste. Yo no me podré lamentar por todo lo que dejé de disfrutar; pero si despertamos, tu lamento será eterno.
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