Santo Domingo, República Dominicana. 8 de Febrero de 2015
Este cuento fue publicado el 6 de febrero de 2015
El niño observaba a su padre trabajar laboriosamente en su laboratorio
secreto. --- ¿Ya estás terminando pápi? --- Sí hijo mío. Ya casi
termino. Luego iremos al parque como te lo prometí, y jugaremos en la
grama y comeremos pizza y beberemos gaseosas.--- ¡Síiii! Te quiero pápi.
--- Yo también te quiero hijo.
Dos gotas de sudor descendían por la sien derecha de aquel hombre como
si se estuvieran deslizando por un tobogán. El hombre mira a su hijo y
dice: ¿Qué más da? ¡Salgamos a jugar! Jugaron toda la tarde de aquel
sábado, comieron y bebieron e hicieron de aquel día, uno memorable. Al
llegar a la casa, el niño cae rendido del cansancio en su cama y queda
dormido con todo y zapatos. El padre lo ve dormido y nota cuanto ha
crecido y recuerda como se deleitaba al sostener con dos dedos cada
dedito de sus pies y de sus manos. Pero de repente recuerda el trabajo
que estaba haciendo y este recuerdo desplazó todas las dulces memorias y
en su cara idiotizada por el éxtasis que produce el vino de la ternura,
se volvieron a dibujar unas líneas de preocupación o de concentración.
Con ceño fruncido y pasos silenciosos entra en su laboratorio secreto a
terminar la máquina del tiempo.
Finalmente he completado todo. Solamente espero que funciones máquina
del tiempo. Así se decía a sí mismo. La programaré para que me lleve al
año, mes, día, y hora ???. Espero que funciones.
Al encender la máquina, ya ustedes deben saber todo lo que pasa, porque segurmente lo han visto en películas y dibujos animados.
¡Viva! ¡Funcionó! ¡La máquina funcionó! Pero... ¿Dónde estoy? ¿Qué es
este lugar? Este lugar no es parecido a algo que yo haya visto en toda
mi vida.
¿Ángeles? ¡Oh no no no! Ese ser sublime y excelso sentado en aquel gran trono debe ser... No, no puede ser.
Aquel ser todo poderoso ordenó a un ángel que tomara una bíblia. El
ángel con presteza vuela y al volver con la Biblia queda suspendido al
lado de un hombre vestido elegantemente.
¡Oh no! Parece que esta máquina me ha traído hasta el día del gran juicio final, el juicio de Jehová Dios de los Ejercitos.
El ángel recibe la orden de Dios de que leyera el Salmo 82 para que aquel hombre lo escuchara.
Cuando el ángel terminó de leer el Salmo 82 el hombre se turbó de la vergüenza y le dijo a Dios:
"Yo sé que por mi posición yo era un dios en la tierra. Por mi decisión gente moría de hambre y se mataban unos a otros, pero yo estoy arrepentido"
Y Dios le respondió:
Yo sé que estás arrepentido. Lo sé porque no existe un solo hombre nacido, que en este segundo no esté arrepentido. Hoy, en esta hora, absolutamente toda alma perdida lamenta no haber tomado en serio mi palabra. Pero en esta hora el arrepentimiento no tiene valor alguno.
Y Dios le dice al científico en la máquina del tiempo:
A ti te digo que no temas porque te saltaste todos estos siglos. Tu alma vive por fe en mi hijo amado. En cuanto a tu familia, Yo la guardé y hace mil años que resucitaron. Por lo tanto, debes programar la máquina que inventaste para que viajes mil años atrás y te reúnas con tu familia y con todos los redimidos.
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