Santo Domingo, República Dominicana
Si un hombre va a un casino y pierde hasta los calzoncillos, ésto no nos asombra. Decimos, otro caso más de ludopatía. Pero jugar con nuestras almas, como muchos lo hacen, es preocupante.
Jugar a encender la ira de Dios y luego apagarla es un juego peligroso. Pero peor aún es ver el juicio caer y decir, <<¿A quién le tocará en la próxima?>>
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