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lunes, 9 de enero de 2012

LA HORA DEL SACRIFICIO

El siervo de Dios se pasa todo su ministerio obteniendo victorias apabullantes contra el infierno y el hombre se hace de la vista gorda. Porque el hombre malo hace malas obras y no viene a luz, y odia la luz, porque la luz revela que sus obras son malas, pero el que practica la verdad deja que la luz revele la maldad que puede haber en él, para cambiarla por obras aprobadas por Jesús.

Hubo hombres de Dios, siervos del altísimo que no fueron sacrificados, Enoc, Elías, Moises, entre otros que pese al estrago que le hicieron al infierno, satanás no pudo tocar sus cuerpos, no fueron asesinados, no fueron colgados en cruces, no fueron quemados, no fueron sacrificados.


Pero ha habido otros que si han sido sacrificados: Juan el Bautista, Estevan, El profeta Zacarías, entre otros. ¿Por qué esto es así? -- Esto se debe a que algunos siervos de Dios son depurados en el transcurso de sus vidas y otros al no pasar por estas depuraciones (disciplina) que Dios hace, son depurados con un sacrificio. Este sacrificio no salva sus almas, porque ya son salvos por el sacrificio de Cristo.
"Pero de cierto de cierto te digo que no te dejaré si disciplina"
En el caso de nuestro Señor Jesucristo no hubo depuración alguna, porque Él desde siempre ha sido perfecto. Alfa y Omega. Su sacrificio no fue disciplina para depurar sus pecados. Su sacrificio fue un precio. el más alto precio. ¿Puede haber algo con mayor precio que la sangre del Cordero?

El hombre malo cuando hace sus análisis toma el sacrificio del siervo de Dios y lo presenta como una victoria de satanás contra el hijo de luz y para nada hace mención de todas las batallas en las que este siervo en el nombre de Jesús hizo huir al dragón. La falta de sabiduría es tal que hasta el sacrificio de Jesús lo quieren presentar como una victoria del diablo contra el Señor, siendo en realidad la crucifixión del Cordero, no sólo la gran victoria para beneficiar al hombre, sino que también a los ángeles.

La hora del sacrificio parece ser la hora en al que el mal triunfa; pero las cosas no son como parecen.

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