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jueves, 7 de agosto de 2014

UNA SALUTACIÓN FINAL QUE SE ME CONVIRTIÓ EN MENSAJE

Santo Domingo, República Dominicana. 07 de Agosto del 2014

Yo adoro a Dios. La alabanza de mi boca pertenece a Dios. Pero hoy quiero honrar la memoria de personas a quienes admiro, nunca como a Jesús porque la distancia es del cielo a la tierra, y cuando digo que del cielo a la tierra, es exactamente así.

Dos Norteamericanos son muy honorables para mí, el Doctor Martin Luther King, y Abraham Lincoln a quien todo negro del planeta debería conocer.

A dos judíos admiro yo por el celo de Jehová que supieron tener: a Josías, a Josías, y otra vez digo a Josías, y a David.

¡Que la paz de Dios, la cual no se puede explicar porque existe aun en medio de la tormenta, esté en el corazón de todo hombre que ama la justicia y la verdad! ¡Ojalá que los hombres cuyas almas agitadas y en asfixia puedan encontrar el camino a Cristo! Porque aunque se encuentren en lugares sin ruido como el Jardín del Edén, tienen el corazón con un ciclón de categoría 15. ¿Por qué no oyes? ¡Ven a Cristo y no finjas más!

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