Santo Domingo, República Dominicana. 07 de Noviembre del 2014
Hoy escuché que la sociedad no ignora las causas de la discriminción en Rep. Dom. Escuché a personas detallarlas. Las escuché delimitar con exactitud las áreas de discriminación (injusticia instituída) que padecemos un gran número de Dominicanos. Esta persona dijo: Hay dicriminación por:
- Tu religión (si no eres católico, te llevó el diablo)
- Tu color (si eres negro el respeto a tu dignidad como ser humano será algo de lo que nunca gozarás)
- Por homosexualidad (No estoy de acuerdo con la práctica de la homosexualidad; pero yo sé estar en desacuerdo con ellos sin vulnerar sus derechos. Son humanos como yo lo soy)
- Por discapacidad.
- Por tu pobreza (si eres pobre no existes. Pero la moral del Dominicano es tal que si tienes dinero todo defecto real o irreal es imperceptible)
No soy un experto en esta área y digo que tal vez haya otras áreas que no he mencionado. De las causas de discriminación que mencioné solamente dos NO se cumplen en mí, (la homosexualidad y la discapacidad física, aunque por ser objeto de toda esta marginación soy un discapacitado funcional, pero para nada un inepto). Y siendo así, al no ser católico, al ser negro, y al ser pobre, hiel beberé como mi Maestro lo hizo, indefectiblemente lo haré.
Algunos quienes no discriminan y pertenecen a los grupos exonerados de esta injusticia, al leer mis palabras se sienten ofendidos, pero a estas personas les digo que no se ofendan y que como justos que son, lo menos que pueden hacer es no defender la injusticia.
Pero hay negros y pobres pagando mal por mal, y tomando venganza de una u otra forma. Pero el hijo de Dios, quien es una bendición, no cultiva ni cardos ni ortigas, sino la rosa blanca. Sin embargo, el hijo de Dios es hombre, y sufre como Eliseo (2 Reyes 8:11). Sí, yo sé lo que se siente que tu verdugo te diga: ¡Habla con tu Dios para que Él me favorezca! Tú lo haces, Dios obra, y tu verdugo luego te da a beber hiel. ¿Pero que puedo hacer yo? Esto es así. Escribo esto porque tengo esperanza de que uno o dos pueda resistirse y contener el impulso de hacer daño porque tu verdad lo hiere, es decir, la verdad de Dios por vía de ti, y que recuerde que el bien que ha recibido de ti no tiene precio y no te pague mal por tan grande bien.
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