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domingo, 2 de noviembre de 2014

NO ME INTERESAN LOS MUERTOS, SINO LOS VIVOS

Santo Domingo, República Dominicana. 02 de Noviembre del 2014

Rolando Manuel Rodríguez Caraballo, mi primogénito. Dianelis Rodríguez Caraballo, mi hija, la persona más hermosa sobre la faz de la tierra. Dios me ama y se que ellos me enterrarán a mí, no yo a ellos. Pero si me equivoco en esta afirmación, Job, a quien considero el primero en la lista de los siervos de Dios más sufridos, tendrá que compartir conmigo el primer lugar.

Un señor llamado Alfredo, a quien le llamabamos El Arquitecto por ser esa su profesión, y yo, una vez sostuvimos una pequeña conversación en la que salió a colación esta idea en la que yo expresé:
Después que yo muera, con mi cuerpo hagan todo lo que ustedes quieran, quémenme, usen mis órganos, usen mis huesos en la universidad, etc., porque yo ya no estaré ahí.
Después de convertirme a Cristo en 1990 cambié de actitud porque aprendí el trato que debe darse aun  a los restos de una persona. Sin embargo, el concepto que tengo acuñado es que yo entregaría mi vida por Rolandito o Dianelis, pero si muriera alguno de ellos, los lloraría con amargura, pero sus cuerpos no tendrían significado para mí. Y si digo esto sobre mis hijos, las personas a quienes más amo sobre la tierra...

¡Ámense unos a otros en vida!

¡Ámame en vida!

¡Atención! Mucha gente me ha ofendido, y muchos han cometido pecado contra mí (no que yo sea Dios, sino que he sido el objeto de sus acciones o inacciones), pero no existe un solo de ellos a quien yo unilateralmente todavía no haya perdonado... Pero, atención! Quiero que Dios castigue a todo aquel que me quiera mostrar amor en un ataúd. Y como lo que va viene, yo mismo no lo hago con nadie, ni siquiera con mis hijos lo haría. Nadie es perfecto. Si alguien quería saber algún defecto mío y usarlo en mi contra, ya está armado. ¡Uselo en mi contra que no me defenderé!

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