Translate

martes, 29 de noviembre de 2011

SANTIDAD

 Santo Domingo, República Dominicana 29 de Noviembre del 2011

Santidad es entera consagración a Dios. Con frecuencia oímos decir a alguien: " Ese hombre es un santo" por que es buen padre de familia, honesto, solidario, decente, en fin un dechado de virtudes, sin embargo ese hombre no está postrado a los pies de Jesús, entonces ese hombre no es un santo. Es un buen hombre pero no es un santo. Luego vemos a otro que es un desastre de vicios y defectos, que vive de caída en caída, pero su corazón está siempre afligido por el remordimiento que le causa el fallarle a Jesús. Su condición lo obliga a estar de rodillas implorando el perdón de Cristo quien lo perdonará 70 veces 7 al día. Este es un santo de Jehová. No confundamos a este santo con un lobo que en sus caídas o pecados no hay remordimiento alguno, por que el Espíritu Santo no mora en él. A ningún hombre debe llamársele santo si no ha aceptado a Cristo, porque la aceptación de Cristo es lo que hace a un hombre santo, es esta aceptación la que le confiere la calidad de santo del Señor . Antes que las obras está la aceptación a Jesús. Obras sin Jesús, sin una circuncisión de corazón son simples obras, por excelsas que le parezcan a la humanidad.
La santidad es primeramente interna, y cuando se logra internamente ella misma se exterioriza (Mateo23:26).
Hoy en día algunos líderes o pastores se empeñan en que sus miembros exhiban por fuera lo que aún no han alcanzado por dentro. Pastor, concéntrate en cultivar lo interno de tus feligreses, concéntrate en los frutos del Espíritu, en la humillación a Dios, en la sinceridad a Dios y cuando haya circuncisión del corazón esta obligará al santo de Dios a todo un comportamiento decente y modesto en todo el sentido de la palabra. La santidad no debe aparentarse, porque para Dios esta apariencia no sirve para nada.
La limpieza interna se consigue con una actitud activa para conseguirla, porque con una actitud pasiva la limpieza interna nunca llegará. No obstante, sin Cristo no hay esfuerzo que valga la pena.
Nuestra naturaleza nos inclina siempre al pecado, pero el hombre de Dios resiste a esta naturaleza y se obliga a si mismo para hacer lo recto delante de Dios. Nuestras acciones no son suficientes para la limpieza requerida. Por esta razón necesitamos estar adheridos al tronco, Cristo. Entonces alcanzaremos una limpieza absoluta.
Cristo posee una limpieza absoluta, por esta razón, cuando estamos adheridos a él estamos absolutamente limpios. Esto es  alcanzar el grado de pureza divina gratuitamente, y así es. Porque si yo le vendo a usted una casa con un valor de 100 millones de dólares en tan solamente 1 peso, no se la estoy vendiendo, se la estoy regalando. Ese es el precio que nosotros pagamos de manera relativa con nuestros sacrificios por la limpieza que recibimos. Pero Dios que me perdone porque obviamente he quedado muy corto al comparar su gloria con dinero.
La santidad parece un concepto fácil pero ha confundido a tantos, y tantos han errado su real significado.
CARACTERÍSTICAS DE UN HOMBRE SANTO:
1-El hombre santo siempre peca.
2-El hombre santo agota todas sus fuerzas antes de pecar.
3-El hombre santo no duda del perdón de Jesús y lo acepta, lo busca y lo recibe.
4-El hombre santo está adherido a Cristo, sus obras dicen que cree en Jesús como su única esperanza de salvación.
Nota: a un hombre justo, pero sin Cristo, le queda grande la calidad de santo del Dios.

El hombre santo no peca deliberadamente, y cuando peca voluntariamente es porque ya agotó todas sus fuerzas. La oración, la sobriedad, el velar constantemente, la auto-humillación a Dios puede parecer un quehacer enorme, sin embargo es insignificante para todo lo que tiene que hacer Dios, que 24 horas al día vela y cuida cada paso que damos, cada pensamiento, cada acción, cada cambio que da nuestro corazón y para esto Dios tiene que buscar la forma de enmendar todos esos errores que nosotros vamos cometiendo, primero al conseguir que admitamos que hemos fallado, luego al lograr que con sinceridad de corazón nos arrepintamos, y lo más difícil, lograr que tomemos la decisión determinante de no fallar otra vez.
Yo estoy predispuesto desde hace mucho tiempo a morir antes que mentir, pero muchas han sido las veces en las que me he sorprendido a mi mismo mintiendo, no importa que sea una mentira irrelevante, es una mentira. A esto es a lo que yo llamo pecado sorpresa .
El pecado sorpresa se detecta muy tarde después de haberse cometido. Es aquí donde debe manifestarse si he aprendido humildad, cuando me postro ante Dios y se lo confieso con dolor y pesar, no reclamándole que me cambie milagrosamente para que jamás me suceda, sino con pesar deseando retroceder el tiempo y la acción para evitar un pecado que ya cometí. Pero el tiempo no retrocede, y el pecado está cometido, se debe entonces hacer lo que hay que hacer, y no quedarnos lamentando que hemos fallado. El pecado sorpresa se diferencia del premeditado, en que este último nos da tiempo para reflexionar y tomar la decisión de cometerlo o no.
HE AQUÍ UN MÍO TESTIMONIO
Dos veces cometí el pecado de fornicación de manera premeditada en mi vida de cristiano. Yo conozco la vara de Jehová.
Satanás entretejió un plan contra mi basándose en mi debilidad en aquel tiempo. No me había casado, ni tenía novia y sufría yo por la falta de una compañera. Esa necesidad natural de tener una familia y afecto, etc.
Ella fue mi primera esposa y comenzamos como novios que en un futuro cercano se casarían, pero la carne cuando es alimentada con ilusiones se pone más fuerte que un toro bravo, y cuando el deseo de tener relaciones sexuales era ya incontenible, sucedió lo que no debía suceder.
Recuerdo el momento en que la carne venció mi voluntad, y ni siquiera disfruté nada, ya que el sentimiento de culpa por traicionar a Jesús era grande, pero a medida que fue pasando el tiempo mi conciencia se cauterizó y fornicaba en la misma presencia de Dios sin tener ningún remordimiento. Pero mi temor a Dios me hizo forzar la situación para apresurar matrimonio. No tuvimos hijos. Nos divorciamos un año más tarde.
Con la mujer que luego me casé y me dio mis hijos cometí el mismo pecado.
Este es un ejemplo de pecado premeditado. Aquí nada me tomó por sorpresa. Me faltó entendimiento. Además como está escrito "donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón". Una  mujer en aquel tiempo era mi premio mayor, la bendición más anhelada , lo que más necesitaba, era mi tesoro, por esto ahí estaba también mi corazón, lo que significa que era inevitable que yo fallara a Dios, porque mi tesoro no estaba en el cielo, estaba en una mujer.
Consulté a Dios por si debía o no publicar este testimonio, así de íntegro. Dudaba de hacerlo o no por las personas implicadas en él, pero el hecho de usted estar leyéndolo le dice cual fue la respuesta de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario