ADMITIR SU EXISTENCIA NO ES FE

Santo Domingo, República Dominicana.  22-Julio-2012

No es lo mismo saber que estás en las manos del cirujano más afamado del mundo, que confiarle tu vida. No tienes duda de que es el mejor del mundo, de lo que tienes duda es de que salve tu vida. Con este ejemplo, ilustro la diferencia entre saber de alguien y tener confianza o fe en ese alguien.

Hace poco hablaba de dos personajes: El intelectual prejuiciado y el intelectual responsable. Y digo que todo intelectual responsable admite la existencia de Dios o de un ente superior, o por lo menos de inteligencia superior extraterrestre. Pero infiero que el intelectual honesto que ha escudriñado la palabra de Dios y ha comparado la historia de la humanidad (la real historia, no los inventos mentirosos) con la profecía, ya habrá podido ver la precisión de la palabra de Dios, y está convencido de que Jehová es una realidad. Pero si usted que ha verificado por los indicios que Dios es real me dice:

"No tengo la fe para lanzarme al vacío, aún si fuera este ser inteligente creador quien me lo pidiera."

Si usted me dijera eso, yo le comprendería, porque la fe es un don. No es lo mismo confiar en Dios, que saber que Dios existe, porque para confiar se necesita fe; pero para saber que él existe, para admitir que él existe, sólo basta con razonar, sólo basta con ver sus obras.

Muchos le han cambiado el nombre a Dios y le llaman: el dios madre naturaleza; pero ese dios madre naturaleza lo describen como un dios sin voluntad, sin personalidad, sin inteligencia. Madre naturaleza es un dios sin emociones que crea seres con emociones, un dios sordo y mudo que crea seres que oyen y hablan, un dios bruto que crea seres que razonan, seres inteligentes. ¿Cómo puede ser que razonemos así? Avergonzamos a Dios al pensar como bestias. Dios dice: ¡No me decepciones así, yo te he dado gran capacidad de pensar!

Por lo tanto, incrédulo: ¡Se honesto diciendo: "NO tengo fe para creerle a Dios; pero admito que Dios existe cualquiera que sea su nombre." Todo incrédulo si es honesto dirá esto, y al admitirlo, aunque no lo comprenda, habrá dado un paso gigantesco.