¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y que apedreas a los que te son enviados! ¡Cuantas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
Pero os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Mateo 23:37-39
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