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lunes, 19 de mayo de 2014

LA ESCLAVITUD ESTÁ EN EL ALMA

Santo Domingo, República Dominicana. 19 de Mayo del 2014

Admito que mi destreza para utilizar el idioma Español no es la mejor,  pero no es para tanto. ¡Lea esta reacción a la publicación titulada: "Cálculo Simple o Simplón"!

Alguien interpretó que mi mensaje era que los pobres debemos abandonar los estudios y todo intento de aprendizaje y educación continuada porque sistemáticamente nos excluyen.

¡Nooo!

Ese no es mi mensaje. Mi mensaje es que existe un contrato social entre los miserables y los gobernantes de los miserables (incluyéndome entre los miserables).
"Se reconoce como finalidad principal del Estado la protección efectiva de los derechos de las persona humana y el mantenimiento de los medios que le permitan perfeccionarse progresivamente dentro de un orden de libertad individual y de justicia social, compatible con el orden público, el bienestar general y los derechos de todos". (Constitución de la Rep. Dom. Art. 8).
Por desgracia no hay instancia en la que podamos someter al Estado por el incumplimiento de su parte del contrato, excepto que podemos castigar a sus ministros no votando por ellos. Aparte de eso de mi parte no existe otra cosa que hacer. No los podemos mandar a la cárcel, como ellos sí pueden hacerlo con nosotros. Para no hablar tanto disparate diré que la impunidad del Estado está institucionalizada, por lo menos es una institucionalización de facto, y aunque este término no exista, el concepto queda harto claro.

¿Qué nos queda? Según yo y a mi actitud, esperar en Dios que nos tomen lástima por nuestras griterías, pero si nuestra gritería los enoja nos hacen lo que Faraón hizo con los hebreos, ya no nos traen la paja para hacer los ladrillos, sino que nos hacen ir a colectar la paja y la producción diaria no debe bajar ni un ladrillo.

Maquiavelo dijo en "El Príncipe" que el rico existe para dominar y oprimir al pobre y que el pobre existe para resistirse a esa opresión. (El Príncipe de N. M. Copyright: Cedimat Libros, S.A. 1999, Pag. 73).

¡Jehová, no perdones a los que han sembrado esto en sus corazones siendo ese un principio diabólico!

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