Santo Domingo, República Dominicana. 21 de Julio del 2014
En Génesis 7:1 tiene lugar el primer jucio contra la humanidad. Este como resultado de la maldad irreversible del hombre. (Génesis 6:5). El viejo mundo es repoblado por los descendientes de Noé. De tal manera que los lugares eran nombrados con el nombre de esos patriarcas, como lo fueron los tres hijos de Noé: Sem, Canaán, y Jafet, entre otros.
A estos descendientes entregó Dios la tierra, y la tierra en su totalidad volvió a pudrirse, pero Dios cambió la estrategia y en vez de eliminar a la humanidad, puso en marcha su plan de redención. No sé cuantos siglos duró buscando al padre de la fe, pero lo encontró en la tierra de Ur de los caldeos, al siervo Abraham, a quien Jehová le dio promesa. Así que Jehová desterró a Canaán a quien le había dado la tierra y se la entregó a Jacob, (Israel) el nieto de Abraham. Dios tenía un plan con Israel, pero Jacob lo arruinó. Israel le sería por gloria y por fama, pero Israel menospreció a Jehová. Pero el plan de redención de la humanidad no se frustró, porque nos fue dado a Enmanuel. Gloria a Dios por eso!
Así vemos como la humanidad ha llegado varias veces a su estado de putrefacción máxima y Dios la ha destruido. Esto ha venido sucediendo de manera cíclica y gradual.
Salomón dijo que no había nada nuevo debajo del cielo. Eso es cierto. En esencia no ha pasado nada nuevo, solamente en la forma hay diferencia. Pero Salomón se enfocó, respecto a su apreciación de la sociedad, en su propio tiempo. Si el viviera hoy, sus proverbios serían diferentes respecto al trabajo, al honor, al pudor, etc.
Decimos entonces, que nuevamente la humanidad ha llegado a ese estado de inmundicia que invita al jucio de Dios. Pero gloria a Jehová, que la próxima destrucción será la última para siempre jamás, porque la vida y la paz sobreabundarán en el reino de Dios.
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