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domingo, 13 de julio de 2014

LA DISCIPLINA EN EL AULA ESCOLAR

Santo Domingo, República Dominicana. 13 de Julio del 2014

Crecí en un barrio. Viví en un barrio. Todavía vivo en un barrio. Y antes de mis veinte años, mi mentalidad era la de un chico de un barrio. Yo era un carajito cuando oía a los tígueres decir:
"Ese flin flin no me lleva preso a mí. Yo le quito la pistola y le parto la boca con su misma arma".
Recordemos que uno de los significados de la palabra tíguere es delincuente, así que no solamente se le llama tíguere al delincuente astuto, sino que a un estúpido, por el  solo hecho de ser delincuente es un tíguere también. Así que cuando oía al delincuente estúpido expresarse así, de inmediato oía al delincuente astuto regañarlo diciendo:
¡Déjate de hablar disparates! Ese esqueleto que tú vez ahí, es más fuerte que nosotros, porque su familia es muy grande, poderosa, y lo más peligroso de todo, son implacable con los mata policía".
¿Cuál es el principio que podemos observar aquí? El principio que podemos observar es que ese endeble policía infundía respeto, imponía el orden no por sus propias cualidades, sino por la autoridad con que lo investía el uniforme.

***

El maestro dominicano en los tiempos en que yo era estudiante, también gozaba de autoridad frente a sus estudiantes. Había sádicos hijos de satanás que abusaban y se enorgullecían con ganar fama de ser malos e injustos. Pero no todos eran hijos del diablo porque la mayoría tenía la vocación de maestro.

Yo sospecho que los dominicanos han copiado el modelo extra-permisivo de los norteamericanos, (Copiar irreflexiblemente es malo. Copiar lo bueno es lo ideal) porque tal vez se entienda que la disciplina forma hombres No críticos y sumisos, pero yo soy un ejemplo de la falsedad de esa teoría. (¡Ahora bien, no se confunda la represión con la disciplina!).

En la mentalidad norteamericana el maestro es quien debe imponer la disciplina en el aula, y en la dominicana también porque ya copiamos la norteamericana. Todavía no hemos tenido el primer estudiante dominicano que se arme y comience a disparar indiscriminadamente a maestros y estudiantes, pero somos tan brutos que seguiremos los pasos erróneos porque sí. Ellos son quienes están en tarima tocando y si patean bocinas, nosotros, espectadores en el concierto, también las patearemos.

El maestro era, no hace tanto tiempo en mi país, una figura de autoridad, eran como padres y madres. Todavía el padre dominicano es una autoridad, pero el padre norteamericano no lo es. ¿Cómo lo podrá ser el maestro?

Todo es tan obvio. ¿Pero por qué pierdo mi tiempo? Desde que Colón piso La Española, el complejo de Guacanagarix se sembró en el alma de mi patria. No queremos pensar, mucho menos actuar. Somos la veleta quisqueyana.

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