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jueves, 20 de diciembre de 2012

EL PLANETA SOÑOL

Santo Domingo, República Dominicana. 20-Diciembre-2012


A miles de años luz de nuestro sistema solar se encuentra la estrella Dormitante, la cual sólo tiene un planeta sin satélite girando alrededor de ella. Este planeta ha sido llamado por sus habitantes con el nombre del planeta Soñol. Los soñolientos, como se autodenominan estos seres, son personas de grades contrastes, especialmente en el aspecto intelectual. La minoría es extraordinariamente inteligente y la mayoría parece vivir durmiendo, de lo bobos que son. 

Cuentan con lo que ellos llaman el Consejo de Desarrollo Global del Planeta Soñol. La minoría dormitante diseñó un sistema de desarrollo global basado en la educación. De modo que sus universidades gradúan un millón de soñolientos cada año. Los patricios se gradúan a los 21 años, y los soñolientos comunes a los 45 años y son  jubilados a los 50 años.

Esto, metódicamente planeado para multiplicar el número de aspirantes a cada puesto de trabajo en el planeta. Los gobernantes de este planeta planean reducir cada año mediante despidos masivos de trabajadores los puestos de trabajo. 

Alguien se preguntó: ¿Cómo es que esto no les ha explotado en la cara? Uno de los artífices le confesó que cada vez que se gradúa un millón de soñolientos, los ubican en un millón de puestos que se habilitan en forma de relevo. ¡Explícate mejor! Es fácil, un millón de soñolientos es despedido para ocupar por un tiempo el millón de soñolientos que se acaban de graduar.

¡Recordemos que hay sólo dos clases sociales en este Planeta Soñol: los patricios y los soñolientos. Los patricios no son de la clase social que pierde su puesto, sino los soñolientos.

De esta manera en el Planeta Soñol se vive del trabajo informal y del crimen. Los gobernantes sistemáticamente estorban todo intento de creación de puestos de trabajo que algún filántropo rico quiere crear, cargándolos con impuestos excesivos. Así para poder ser empresario aquí se necesita tener dinero para tirar por la ventana. Y de esta manera sin desearlo algunos empresarios se ven obligados a chupar la sangre de los soñolientos, porque el sistema así lo impone para que se puedan mantener.

¡Bendito sea Dios! ¡Que suerte que esto que acabo de narrar es un cuento, y no es una realidad en ninguna parte del universo!

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