En estos últimos tiempos, cuando el Señor está develando su palabra y brilla cual lumbrera deslumbrante, se están levantando también los hijos de las tinieblas procurando a toda costa restar credibilidad a la santa Palabra de Dios, a la Biblia. Especulan que quienes tuvieron a su cargo el juzgar cuales libros eran de inspiración divina o no, hicieron un traje a la medida. Dicen que hubo manipulación al seleccionar lo que hoy conocemos como el evangelio de Jesucristo y que se ha ocultado mucha verdad respecto a la persona de nuestro Señor Jesús, que los evangelios apócrifos revelan la verdad de nuestro Señor, atribuyéndole que procreó hijos y muchas otras herejías. Esta es una acusación irresponsable porque quienes la hacen y condenan deben también motivar sus sentencias. Si yo como juez condeno por robo a una persona y motivo mi juicio diciendo que el acusado es culpable porque fue visto cerca del lugar del hecho, mi juicio es irresponsable. No ha sido motivado correctamente. Del mismo modo, quienes se quejan de que los evangelios fueron seleccionados con intenciones políticas, maliciosas, o de cualquier otra índole, y que los evangelios apócrifos deben figurar como libros inspirados por el Espíritu Santo, tienen a su cargo el demostrar por qué estos libros deben ser considerados como inspirados por el Espíritu Santo y cual la falsedad del Evangelio de Jesucristo.
Si alguien me hiciera el mismo reto para que demuestre o muestre las razones por las que afirmo que Apocalipsis, por ejemplo, es inspirado por el Espíritu Santo, yo , con todo el gusto lo haría. De la misma manera deben hacer los detractores de los evangelios de nuestro Señor Jesús.
El grandísimo valor del pentateuco de los salmos, de los profetas, en fin del viejo testamento, es que este legitimiza el evangelio de Jesucristo. El evangelio de Jesucristo es la ratificación del viejo pacto.
La única forma válida de demostrar la supuesta falsedad del evangelio de Cristo es demostrando que el evangelio de Cristo es opuesto al viejo testamento o que no hay vínculo entre ellos.
Muchas son las herejías que se escuchan acerca de mi Señor, no hay temor de Dios. Pero cuando hay noticias de un terremoto, de un sunami o de que viene el Señor, el corazón del pecador se le derrite como una vela dentro de él. El pecador no teme a Dios, sino que le tiene miedo. Yo temo a mi Señor Jesús y los juicios de Dios para mi son nada, simplemente porque no son para mi. Cuando yo veo a un policía no me da miedo, pero cuando un prófugo lo ve el corazón le late a 70,000. Yo temo a la autoridad porque la respeto, pero no le tengo miedo, al contrario a su lado me siento seguro.
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