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viernes, 25 de mayo de 2012

!PONLE TÚ EL TÍTULO!

Santo Domingo, República Dominicana. 25/mayo/2012

...Y decían a los montes y a las peñas: caed sobre nosotros, y escondednos del restro de aquel que está sentado sobre el trono, de la ira del cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿Y quién podrá sostenerse en pie? Apocalipsis 6:16-17

Todos nosotros, los que hemos tenido la dicha de que nos haya amanecido, hemos dicho en alguna ocasión: ¿Cómo es que no había decidido aceptar a Jesús mucho antes? Sentimos como si en todo el tiempo que vivimos fuera de Cristo lo vivimos como sombies, como si nuestro razonamiento hubiese estado bloqueado. Cuando recordamos nuestras vidas fuera de Cristo, es como cuando recordamos un sueño en el que hicimos cosas realmente absurdas y estúpidas que luego al despertar decimos: nunca en mi sano juicio haría yo algo así.  Y es que es exactamente eso lo que pasa con nosotros al recibir el bautismo del Espíritu Santo, despertamos de un sueño bobo; algunos de una pesadilla; pero en fin, despertamos del letargo en que satanás tiene sumergida a la humanidad. Este con poderes que el incauto subestima o niega. ! Pobres virgenes espirituales!

No hay ninguna, ninguna, ninguna otra cosa que el diablo quiera más que esta: Que no se crea en su existencia.

La sorpresa será indescriptible. Porque será una sorpresa que el cerebro no podrá asociarla con ninguna experiencia vivida. El impacto de que se abran repentinamente tus ojos para que veas algo que estaba en tu propia nariz. Oír y entender algo tan fácil, algo que te pasaste la vida entera oyendo. Yo no quiero estar en esos pantalones.

La sorpresa será grande, y el hombre se tirará del edificio más alto del mundo para morir; pero la mies estará madura, no habrá virgenes espirituales, nada oculto a nadie; y las cosas serán con las reglas y leyes que rigen el mundo espiritual, el mundo real; Dios es real , Dios es espíritu.

Nunca he predicado que encontrar el rostro de Dios sea tan fácil como decir: Jesús, te acepto como mi salvador. La experiencia divina cuesta rodilla en el cuarto secreto, cuesta negarse a uno mismo, a la negación del yo, cuesta la circuncisión del corazón.

Entiendase bien; quien confiesa a Jesús y le acepta, si en ese instante muere, salva su alma. Cuando hablo de costo, hablo de la experiencia divina, el bautismo del Espíritu Santo, el rostro de Dios.

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