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viernes, 22 de junio de 2012

ESTO NO ES DE QUIEN COMIENZA, SINO DE QUIEN TERMINA

Santo Domingo, República Dominicana. 22-Junio-2012

Saul era un hombre humilde, así narra la palabra. Fue tomado de la parte de atrás del redil para reinar sobre sus hermanos. Pero el poder revela de qué material estamos hechos; y con esto no quiero decir que el poder tiene un efecto con unos, y con otros , otro efecto, porque el poder tiene el mismo efecto sobre todos, pero unos beben hasta la embriaguez, y otros más sabios, se esfuerzan en mantenerse sobrios.

Saul era un guerrero valiente, pero no era un hombre de fe. Cuando su fe fue probada buscó siempre el recurso humano para resolver. La palabra dice: "Bienaventurado el que cree sin ver". La lógica de esta bienaventuranza es que la prueba de la fe de quien No ha visto, no es tan rigurosa como la prueba d la fe de quien ha visto, porque quien ha visto está obligado a creer.

Saul ya había conocido a Dios, hasta había profetizado con los profetas, sin ser profeta, pero cuando su fe fue puesta a prueba, no se halló que fuera oro, para que brillara más al pasar por el fuego de la prueba, sino que se halló que su fe era de hojarasca y se quemó, porque recurrió al recurso de hombre cuando había ya una orden divina. En vez de esperar en Dios, sea cual sea la consecuencia, usó astucia humana y pecó para que los hombres de guerra no desertaran.

 Cuando comparamos a Saul y a David y No vemos por los ojos de Dios, concluimos en que Dios no es justo. Porque el error de Saul, el único que le costó su reinado, fue el no obedecer la orden respecto a esperar a Samuel, el sacerdote, y hacer él mismo el oficio del sacerdote sin serlo. (1 Samuel 13: 1-14). Porque el pueblo se le desertaba en la guerra al ver que Samuel tardaba en llegar.

Esto comparado a todo lo que hizo David, viéndolo con ojos de hombre, fue insignificante porque David asesinó a un hombre para robarle su mujer. Pero la gran diferencia entre Saul y David era la fe que David tenía en Jehová.

A cualquiera, después de cometer uno de los pecados de David, le habría costado mucho creer que Dios le perdonaría, pero ahí estaba la grandeza de David, que buscaba en humillación el perdón tan persistentemente que estaba dispuesto a morir suplicando hasta que Dios le dijera te perdono. Y no solamente eso, sino que soportó la vara de Jehová. Y yo testifico que cualquiera que soporta la vara de Jehová es un hombre, un varón.

Saul no debió terminar como terminó, y no hablo de la forma de morir, porque Jonatán murió el mismo día en la guerra, pero Jonatán vive hoy, sin embargo, Saul está donde están los enemigos de Jehová.

Él, solamente había perdido el reino, no su alma al ministrar como sacerdote sin serlo. Pudo haber buscado el perdón de Dios y terminar en paz con Dios; pero ya tenía poder entre los hombres, y se embriagó de ese poder de tal manera que desafió a Jehová al perseguir a David para matarlo. En su embriaguez, satanas tomó posesión completa de su alma y ya no era el hombre humilde que había sido.

Saul desafió a Dios al perseguir a David y vemos como esta acción la repite otro rey. Nada más y nada menos que Salomón. (1 Reyes 11:40). Cuando Salomón se apartó de Dios, Dios eligió a un sirviente suyo paa ser rey de Israel, por lo que Salomón lo persiguió para darle muerte aunque sabía que hacer esto era rebelión contra Dios.

¡Cada uno cuide su salvación con temor y temblor, porque esto no es del que comienza, sino del que termina!

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