Santo Domingo, República Dominicana. 07-Agosto-2012
La iglesia de Jesucristo tiene en sus manos un poder que aún
no ha llegado a comprender del todo. Digo que no ha llegado a comprender del
todo porque si lo supiera bien el pecado no se estaría burlando de la iglesia
en su propio rostro, porque está escrito: donde abunde el pecado sobreabundará
la gracia. Sin embargo, este poder estará condicionado a la obediencia a Jesús.
En Juan 20:23 dice: a quienes remitieres o perdones los
pecados, les son remitidos o perdonados; y a quienes se los retuviereis, le son
retenidos o no perdonados.
A partir de Moisés, Dios ha delegado al hombre de Dios la facultad
de juzgar. Espero que una persona no diestra en la palabra de Dios, no vaya a
quedar confundida. Porque casi todo el mundo conoce la escritura que dice: ¡No
juzgues, para que no seas juzgado! Pero hay diferencia entre uno y otro juicio.
Respecto a la autoridad y gobierno de la iglesia, la iglesia
tiene el deber y está obligada a juzgar, es decir: deliberar acerca de los
conflictos que se presentan en la iglesia; juzgar con justicia, equidad,
misericordia, y amor. Y por
consiguiente, tiene el deber de disciplinar la iglesia. Pero algo importante es
que quien juzga debe tener calidad moral para hacerlo. (Lucas 6:42):
“…saca primero la viga de tu ojo, entonces veras bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.”
Nosotros no debemos atribuirnos calidad moral, quienes nos
eligen para juzgar son quienes nos reconocen tal calidad moral.
La iglesia en el ejercicio de su función de autoridad y
gobierno, delibera y juzga sin caer en un espíritu de acusación, el cual es el
espíritu de Satanás el acusador. Pero la palabra dice que a quienes la iglesia
le retenga sus pecados le son retenidos, es decir: no perdonados. Recuerde las
pautas trazadas por Jesús, de cómo debe perdonar al hermano. Aquel hermano, que
una vez agotados todos los pasos en la resolución de un conflicto desacata la
autoridad de la iglesia, la palabra dice que se le tenga por gentil. Esto en
otras palabras es retenerle los pecados a esta persona, y queda desechado por
Dios al ser desechado por la iglesia. De manera que no respetar la autoridad de
la iglesia es no respetar la autoridad de Dios.
Pero como dije antes, esta autoridad está condicionada a la obediencia a Dios. He aquí un pasaje bíblico. (Ezequiel 3:1-11):
“Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este
rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel
rollo. Y me dijo: Hijo de hombre alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de
este rollo que yo te doy. Y lo comí y fue en mi boca como miel. Luego me dijo:
Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mi palabra…
Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque
toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra
el rostro de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. Como diamante, más
fuerte que pedernal he hecho tu frente; NO LOS TEMAS, ni tengas miedo delante
de ellos. Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que
yo te hablaré, y oye con tus oídos. Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de
tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen o dejen
de escuchar.”
La palabra dice que donde hay dos o tres juntos en el nombre
de Jesús, Él está ahí. Sobre este fundamento es que digo que sólo necesito a
una o dos personas más y tendríamos toda la autoridad de la iglesia de Cristo
en nuestras manos, lo que significaría que el infierno tendría que apretarse
los pantalones para pelear de a duro.
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