Translate

miércoles, 23 de enero de 2013

DENEGACIÓN DE JUSTICIA

Santo Domingo, República Dominicana. 23-Enero-2013

Henri Capitant define a la denegación de justicia como la negación de un juez a juzgar un asunto por causa del silencio, oscuridad, o insuficiencia de la ley. Si los hombres  comunes tienen esta noción, la cual considero de avanzada: ¿Cómo es que el hombre de Dios no la tiene? El hombre de Dios se limita a lo explícito del código que nos dirige espiritualmente y no debe ser así, porque cuando la Biblia hace silencio, o es insuficiente la información que nos brinda sobre un asunto, por lo general, quienes tienen la obligación de juzgar lo espiritual, o no emiten juicio o emiten un juicio simplón. Este juicio simplón es el que está acabando con nosotros, porque quienes "tienen autoridad para juzgar lo espiritual" prefieren echar mano a la jurisprudencia religiosa, y de esta manera adoptar la posición más cómoda en la que no se exponen personalmente, juzgando un asunto difícil o juzgando un asunto que la Biblia no contempla con absoluta claridad.

Como hombre de Dios estoy en contra del aborto, pero mi posición no es absoluta como la de los demás hombres de Dios del resto del mundo. Digo que sólo hay una excepción y es cuando existe la disyuntiva de sacrificar al feto para salvar a la madre, o cruzarnos de brazos y dejar morir a ambos.

¿Qué es lo que pasa con los hombres de Dios? En Daniel se hacía notorio que reposaba el Espíritu de Dios sobre él, Ciro lo notó y quiso ponerlo como segundo en todo el reino, como le sucedió a José en Egito. ¿Cómo es que la noción de justicia del hombre común es más fina que la de los cristianos? ¡Atención, atención, atención!

Yo soy menos que un recogedor o colector de basura en el barrio de Viet-Nam, Los Mina. Y estoy dando todo lo que puedo dar. Sin duda alguna hay hombres de Dios con preparación selecta como era la preparación de Daniel y los otros principes. Daniel y yo tenemos la misma actitud de entrega a Dios, eso es lo común entre Daniel y yo, no la inteligencia ni la preparación. ¿Debo decir entonces que quienes relativamente tienen la misma preparación de Daniel, él en su tiempo, y estos hoy, tienen eso en común, la preparación, pero no la entrega a Dios?

¡Ojalá Dios hable conmigo como hablaba con Elías y me ordene decretar contra los profetas de baal!

No hay comentarios:

Publicar un comentario